El Getafe, el gafe y la ocasión
- En la semana que Keita rubricó con un señor chutazo una espléndida jugada colectiva del equipo en el Allianz Arena que selló el pase a semifinales de Champions, bueno es recordar que fue el maliense quien, con un cabezazo a banana de Alves, diría, empató casi in extremis el partido en el Camp Nou con nuestro rival de hoy. Tanta conexión no puede ser casual y nos conduce a un único fin: Pep, ponlo (y así, de paso, damos cuerda al debate de la conveniencia de Xavi e Iniesta en la media en los partidos de verdad: creo que se ha discutido poco...). Porqué el Getafe es el rival, y el Coliseo Alfonso Pérez Muñoz es el estadio donde al Barça le tocaría sentar cátedra con otra lección magistral de fútbol virtuoso para mentes elevadas, aunque hoy le disculparíamos de tanta maestría si cumple el expediente llanamente (incluso malamente) y sobrevive del partido con los tres puntos en el bolsillo. Poner Getafe en el GPS de la competición de Liga es señalar un libro de ruta más que sabido: campo hostil para el Barça (con sus gentes que dicen ser del Getafe aunque sean más blancos que Bernabeu), rival perro, de los engorrosos para jugar, un entrenador que parece tenernos tomada la medida de manera paranormal y tres puntos en juego que tradicionalmente se resisten y que cuando se consiguen es a base de baños de piedra, sudor y lágrimas (puede que me equivoque, pero fue aquí donde Xavi un día nos dio una victoria mínima emulando a Lampard). Por tanto, de fácil nada, y el riesgo de pinchar existe, para regocijo maligno. Pero con este Barça que minimiza dificultades y parece divertirse superando adversidades, estadísticas y condicionantes extremos, el éxito es casi una garantía. Hay que romper el gafe de Getafe y mirar el encuentro como una gran ocasión. Posiblemente, Santiago Bernabeu aparte, el Barça juegue esta noche el partido más complicado de lo que le queda de temporada. De ganarlo hoy, podremos empezar a afinar el alirón. ¿Hace falta más motivación?