YOYAMUSEO, EL ANTIGUO YOYA

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jueves, 6 de agosto de 2009

El día que Sir Bobby Robson vino a comer a casa, by Brian Syrup

El día Uno de Marzo de 1997 el Barça se dejó media Liga y algo más en Tenerife; el culé recuerda los dos tropiezos ante el Todo-Poderososo Hércules de Alicante y los culpa de la pérdida de aquel campeonato, pero al acabar esa jornada, el Maligno se marchaba a seis puntos. Era sábado, y el equipo volvía a casa a primerísima hora de la mañana del domingo.




Vitor Baia, Robson y Syrup.


Por casualidades (o no) de la vida, algunas de las cuales no tenían nada que ver con el fútbol, el entrenador del Barça aceptó la invitación de mis padres a comer ese domingo en nuestra casa; yo, muy ufano, estuve taladrando a mis amigos durante la semana sobre el evento, y me estuve haciendo mucho el chulo, cómo no. Pero claro, tras el fiasco del Heliodoro me empezaron a aparecer las dudas, y me pasé la mañana del domingo ante mis amigos, tras el partido de mi equipo de Fútbol Sala, escurriendo el bulto, dando largas, poniendo agua al vino,… bajándome los pantalones, vaya. ¿Quién iba a pensar que con la que estaba cayendo, Robson iba a presentarse a comer en una humilde casa del Vallès Oriental con un familia a la que no conocía?. Así que me fui para casa, con mi dosis prescrita de cerveza y algún que otro choricito y bacalao al ajo arriero, y con el rabo entre las piernas.



Peeeeero, justo a la hora del “vermú” apareció el futuro Sir por la puerta de casa. Lo primero que llama la atención de Robson es su imagen de fortaleza, su poderío, su personalidad; sin ser mucho más alto que yo, me parecía un gigante. Supongo que suele ocurrir con la mayoría de personas famosas que ves por la tele, a no ser que se trate de Torrebrunor, cuando las ves “face to face” te parecen mucho más que tú, que te vas achicando, achicando, achicando,… Después de las presentaciones, pasamos al jardín, en el que mi madre, excelente cocinera, había dispuesto una gran bandeja de gambas a la plancha. ¿Cuántos de ustedes han visto a un Sir comer gambas con los dedos y relamerlos? 1-0, súbete la bragueta.



Él se interesó por diferentes temas ajenos al fútbol, la Costa Brava, Sitges, … pero indefectiblemente siempre acabábamos hablando de fútbol; las batallitas con mi padre, de la misma edad, fueron de “órgano” y ambos coincidieron en la admiración al Honved de Budapest de los años cincuenta, con aquel equipo de Kocsis, Puskas y Czibor… Nos habló de su juventud, de cuando jugaba en juveniles a los catorce o quince años; en una ocasión, explicaba, había realizado un gran partido y deseaba llegar a casa cuanto antes para recibir el aplauso de su padre por tan meritoria actuación. Lo que recibió fue un sopapo en toda regla; su padre le cruzó la cara porque el joven Robert ¡había recibido una amonestación, motiu de sesse!



Tal y como hemos sabido después, Robson cuando llegó al Barça ya había tenido un primer encontronazo con el cáncer, algo que nunca trascendió en Barcelona y que, obviamente, no nos contó. Pero en cambio sí nos explicó que cuando tenía poco más de un año de edad, cuando empezaba a caminar ¡fue atropellado por un camión!; igual que un Kal-El de la vida, solamente salió algo entumecido, pero tan pimpante.



Ya durante la comida, dimos cuenta de una gran paella de esas “Mar i Muntanya”; no recuerdo mucho de ese par de horas, ya que en la mesa lo primero es lo primero, o sea llenar el buche (y “beber”). El escandaloso tropiezo de Tenerife (oportunamente aprovechado por caricaturistas, opositores y plumillas varios) dió paso a los días de más soledad y de menor popularidad de Bobby en el Barça; curiosamente pocas horas después el Pecident y el VisPresident, que sería Presidente años más tarde, invitaron a Robson a dimitir, mientras mantenían secuestrado a Ivic en un hotel de Barcelona; y ya empezaba hablarse de ciertas capillitas en el vestuario, run-rún que llegaría a su punto máximo cuando Guardiola y su amigo Figo sugirieron “un cambio en el club” tras caer eliminados en las semis de la Champions ante el Valencia tres años más tarde… pero avui això no toca.



El caso es que nunca he vuelto a ver las imágenes de ese 4-0 (los frikis de youtube no son infalibles), pero recuerdo ferpectamente que el 2-0, o quizás el 3-0, fue un error mayúsculo de la defensa, y en el que Josep Guardiola y Sala “Guardiola” hizo el pasmarote/estaquirot y, mientras defendía la posición bajo palos en una falta en zona de córner, se limitó a observar cómo la pelota pasaba por delante de sus narices. Raro, raro… e imperdonable. Vale, pues yo le insinué, con bastante mala leche, sin duda afectado por la ingestión de alguna extraña toxina, (lo mejor para justificar una resaca a tus padres son los mejillones que cenaste anoche) al treinador que no me podía creer que Guardiola no hubiera hecho NADA para evitar el gol, que era imposible caer por 4-0, que bla, bla, bla… Alguien me pegó un pisotón bajo la mesa y pasó que el señor Robson demostró el porqué unos son entrenadores de clubs de elite y en cambio otros están igual que hace cinco años y SIEMPRE se quedan ahí, como muy bien le recordó Mourinho a aquel periodista; sin enfadarse, pero muy enérgico, Robson defendió a muerte a Guardiola y sus jugadores. Pocas semanas más tarde “alguien” filtró una lista de bajas que afectaba a diez jugadores; se atribuyó, injusta y repugnantemente al entrenador la autoría de la lista negra… al domingo siguiente volvíamos a palmar alevosamente 3-1 en Valladolid, tras tener el partido controlado y con 0-1 al descanso; otros puntos que nos hubieran dado el título. “Extrañamente” esa lista de bajas cuadró a la perfección con los descartes de los dos siguientes años, con otro inquilino, ya, en el banquillo. Quizás la defensa a ultranza de sus jugadores ante mi insinuación, hubiera sido diferente a la que tuvo MrRobson en el comedor de mi casa.



Y entre explicaciones tácticas con copas de vino y cava, exactamente de la misma manera que había visto hacerle en el “Gol a Gol” o quizás en “Tot l´Esport” cuando lo fichamos del Porto nueve meses antes, iba languideciendo ese Primer Domingo de Marzo.



El remate a la jornada lo puso mi hermano, que ejerció ese día de chófer y se encargó de llevar al Sir de vuelta a Sitges; cuando hacía casi media hora que habían salido de casa, recibo una llamada en el móvil: el tontorrón y pasotilla de mi hermano había olvidado reponer gasolina en el depósito, a pesar de los contínuos avisos del chivato del salpicadero del nivel de combustible, y se habían quedado tirados en la antigua A7, hoy llamada AP7, más allá de Martorell y a merced de la Banda de los Peruanos. Así que cogí una garrafa de Font Vella, la llené de gasofa y tuve que ir a socorrerlos. La imagen de Bobby Robson era un poema…, pero parecía divertido.



A modo de despedida aquí dejó lo que Bobby Robson dedicó a mi padre en “El Libro de Oro del Barça 1899/1995” que mi progenitor había coleccionado con los fascículos de El Periódico:



“Para mi Amigo.


I feel honoured to say a few words


in your historical book of BARÇA.


Thank you for your kind hospitality


and friendship today with your family,


a day I have enjoyed very much.


Good food


Good wine


Good company


Good conversation


A Day to always remember.


Con Afecto.


Bobby Robson Treinador F.C.Barcelona 2/3/97.”



Gracias por todo y gracias por los títulos, Sir.



Visca el Barça. Brian Syrup.



Nota: había escrito este post hace unos meses y mi intención hubiera sido colgarlo en vida del señor Robson, pero por H o por B no fue posible.

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