El modelo de club
De entre todos los clubs del fútbol mundial llama la atención uno, conocido como FC Barcelona, por tener una base fija sobre la que substenta sus éxitos y su filosofía. A un poder económico y social descomunal se le suma una cantera potente y muy bien estructurada como base del club, con un pasado del que recogemos los frutos ahora, y un futuro que ya nos parece sonreir de antemano.
Las cosas bien hechas. La educación en La Masía es fundamental. Se intenta crear deportistas que a su vez sean gentlemans. Se buscan Roger Federers, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, se corrigen o se intenta corregir a los Motta, Giovanni, Rai...
El club es de los socios, de la gente, no del primer truhán cantamañanas con una cuenta corriente en las Islas Caimán. Que la publicidad en la camiseta es caca, que nosotros solo publicitamos buenas causas, como Unicef. Una serie de valores si queréis un poco gafapastiles y cumbayás pero que seguramente nos hacen sentir más orgullosos que si fueramos por otros derroteros.
Eso está bien. Pero lo que realmente marca la diferéncia a nivel deportivo es el crear futbolistas desde bien pequeñitos sobre un mismo sistema de juego, sobre los mismo automatismos. Eso hace que el jugador llegue a edad de juvenil con la lección bien aprendida, que se especialice en lo suyo.
Tocar de primeras los interiores, abrir campo los extremos, bajar a buscar y continuar la jugada los delanteros, doblar al extremo uno de los laterales mientras el otro mantiene la línea con los centrales, que cuando suba el central el pivote lo substituya...automatismos. Y todo en un 4-3-3 bien definido donde a base de jugar centenares de partidos en los cuales el rival - también en categorias inferiores - suele cerrarse, aprenden como combatirlo. Todo ello queda grabado en fuego en la mente de todo futbolista que pase por La Masía. Centenares de situaciones diferentes, pero sobre unas mismas circunstancias. Así, sin duda, es más fácil.
Hemos visto como año a año suben chavales del B al primer equipo. La mayoría salen rebotados, unos pocos se quedan. Mientras todavía alucinamos con la fulgurante aparición de Pedro y le echamos el ojo a Jonathan Dos Santos, valoramos la fiabilidad de Fontàs o observamos las ganas del veloz Jeffrén, podemos aprovechar este parón de las - putas - selecciones para echarle un vistazo al Barça Atlétic de Luis Enrique.
Un equipo con muchísima preséncia de juveniles y donde destacan especialmente dos nombres aparte de los citados: Marc Muniesa y Thiago Alcántara. Ambos con todos los números para repetir la trayectoria de Sergio Busquets y Bojan Krkic. Desde luego pedegrí no les falta.
Pero hay más, Sergi Robert, un centrocampista llegador de gran potencia al que el juvenil se le ha quedado pequeño, o Gai Assulín, al que la verdad aborrezco, pero no poca gente le augura un gran porvenir. O Oriol Romeu, un pivote defensivo como la copa de un pino. Y los que vienen por detrás y vendrán.
En definitiva, que le pongan un monumento a quién tuvo tan gloriosa idea y a quién apostó por ella pues es muy probable que sea el motivo, o gran parte, de nuestro éxito como club e institución.
Es decir, gracias Josep Lluís.