A octavos con Hleb

Antes que nada, Valdés. Es el momento de cagarse en él o de contar hasta diez. Yo prefiero lo segundo - uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez - y pensar que, de las cuatro valdesinas que acostumbra Valdés por temporada, ya ha gastado dos, estériles ambas a efectos de la victoria final. Dicho y hecho lo cual, ya aliviados de tensiones, procedamos al análisis de tal.

Exigía el resultadismo de Guardiola no especular con el resultado en Kiev y ganar el partido para asegurar el pase a octavos como primeros de grupo. Así fue, aunque el Inter de Mourinho ayudó a tontear con la calculadora durante un gran tramo del encuentro cuando el empate a uno parecía inamovible en el marcador. No fue un partido virtuoso del Barça pero sí de dominio absoluto, casi insultante, sólo manchado por el enésimo gol estúpido encajado de la nada. Pero ni así se alteró el Barça - ni Guardiola en el banquillo - que siguió fiel al su guión inicial de partido sin variar un ápice ni su propuesta ni su identidad, su forma de entender lo que debe ser el fútbol, de jugar para ganar. Lección de personalidad. El gol llegó, como no podía ser de otra manera y se iba intuyendo a medida que pasaban los minutos, en otro ejemplo fastuoso del abc identitario de este equipo: paciente elaboración, movilidad, búsqueda de espacios, creación de ocasiones, gol, victoria. Otra joya de gol a retener en la retina. El gol pausó el partido y pareció el Barça, sin perder nunca el control, bajar un peldaño de intensidad, quizás el mismo peldaño que subía el Dinamo para, consciente de la inviabilidad de la machada, asegurar el empate y la Europa League. El resultadismo de Guardiola quedaría insatisfecho - a veces toca aguantarse aunque la clasificación deseada alivie el escozor - y así indicaba que discurriría el partido hasta su final cuando Messi salió al maquillaje con un golazo de falta directa espectacular (nota a la prensa deportiva catalana, ya tienen su portada para mañana: "El Balón de Oro es éste", con fotografía de Messi impactando el balón, gráfico incluido de la trayectoria del disparo y datos relativos a la velocidad del disparo, tiempo de vuelo del balón y condiciones climatológicas afectas - temperatura, presión atmosférica, viento y demás -). Messi, con su gol, alegró a Guardiola, dignificó la trabajada clasificación - visto el global del grupo - y redondeó una actuación particular llena de riesgo - fue cosido a patadas, con resultado final de un esguince de tobillo que lo hace ser duda ante el Español - y efervescencia en la segunda mitad que vino a arreglar sus pésimos y extrañamente imprecisos primeros cuarenta y cinco minutos de partido. De los otros dos artistas en ataque - Iniesta e Ibrahimovic - no hay enmienda que valga: mucha voluntad pero inocuo mordiente (en especial de Don Andrés en el extremo, francamente desesperante). Con decir que Busquets y Abidal - segunda asistencia de gol consecutiva: ¿existe el factor Abidal? - fueron los mejores del partido, está todo dicho.

En definitiva, el partido más trascendente de la temporada - Pep dixit - resuelto, victoria exigida y clasificación sin intermediarios ni calculadoras, de un Barça que suma y sigue en su camino laborioso e ilusionante hacia el Bernabéu - o como diría la Brunete en tales circunstancias refiriéndose a su protegido, la Décima más cerca -. Bayern de Munich, Milan, CSK Moscú, Porto, Lyon, Stuttgart, Olympiakos esperan. Puestos a pedir, yo me pido al Stuttgart: agradecidos como somos los culés, habrá que ovacionar a Hleb, ¿no?