LA DELGADA LINEA ENTRE LA CORDURA Y LA LOCURA...por el Irascible Granaino
Suena a tópico y lo es. Pero lo es porque se comprueba constantemente y hoy la excepción no prevaleció sobre la regla. Un partido que empezó controlado gracias a la tensión y a la intensidad de un equipo bien plantado, se desquició por completo a falta de menos de media hora cuando, en menos de tres minutos, se produjeron otros tantos goles que alteraron una dinámica muy marcada hasta el momento. Esa dinámica la marcó un Barça liderado por un Messi que cada vez que juega vuelve a demostrar lo que es: el mejor.
Decíamos que el partido empezó controlado y así fue. El Barça adelantó líneas y presionó mucho y bien, quizá porque no jugó con tres delanteros sino con 6 centrocampistas en la presión. Todos ayudaban y, sólo de vez en cuando, quedaban arriba para referenciar a los dos centrales. El resto era un constante cambio de posiciones, llegadas desde segunda línea que venían a cubrir el hueco dejado por un Messi que, jugando de pivote, se retrasaba para recibir, abrir huecos y volver a entrar.
Así nació el primer gol. Henry había cambiado momentáneamente con Hleb su posición de izquierda a derecha, cogió un balón bien recuperado por un inmenso Busquets (siempre jugando a una altísima intensidad ), lo trasladó en tres cuartos hasta dibujar un pase al hueco hacia Messi. El pibe la recogió escorado a la derecha cerca del área y se la fue enseñando al central con la seguridad de que en algún momento picaría en buscar la pelota y se zafaría de él. Así fue, justo cuando apuraba la línea de gol. Alzó la cabeza, dio el pase atrás y Henry que había continuado la jugada remató dentro.
Sin tiempo para celebrarlo, córner que se saca en corto y, cuando se empieza a formar el barullo en el área para achicar, centro al segundo palo, Guddy que la mata al suelo en un raro escorzo con la espalda y balón que entra en propia puerta ante la insistencia de un Piqué que hubiera merecido esa suerte.
20 Minutos y 0-2, los lisboetas se quedaron absortos buscando un porqué y el Barça siguió controlando a placer cuando como y donde quiso. Una buena diagonal de Henry habilitó a Messi en pase raso y profundo que el defensa desbarató desde atrás in extremis cuando encaraba al portero mano a mano. Más acercamientos y más dominio. El partido parecía sentenciado y así se llegó al descanso.
Pep relajó a Henry consciente de lo que se avecina y haciendo entrever que será el titular por la banda izquierda en este tramo decisivo de la primera vuelta. Salió Bojan por el francés y se posicionó de ariete, esta vez sí, con más movilidad y presencia. Parece que sus sentidos se activen cuando se acerca al área, pues controla mejor, ve mejor a sus compañeros y circula con más criterio la pelota. Será que ese y no otro es su puesto, aunque esté hipotecado sin plazo fijo. Messi pasó a la derecha donde siguió haciendo y deshaciendo a su antojo. Falta al borde del área, follón alrededor del balón, Alves, que coge el balón con intención de chutar, reacciona y pasa rápidamente a Messi que, solo ante el portero, marca con la zurda al palo largo. Gol de pillos, que sentenciaba aparentemente el partido con 0-3 y que tranquilizaba al barcelonismo con el primer puesto del grupo. Messi al banquillo para reservarlo. Jugada perfecta.
Pero las apariencias engañan y lo que se presumía una segunda parte cómoda y tranquila se tornó, quince minutos más tarde en el caos total. El árbitro, quizá compadecido de la inoperancia sportinguista, vio mano de Márquez donde hubo pecho y pitó un libre directo que Miguel Veloso introdujo por la escuadra de fuerte zurdazo. Es cierto, fue al palo del portero y no fue tan ajustado, pero el paso en falso de Valdés hacia el palo de la barrera y la potencia del chut dieron por imposibles las pretensiones del arquero blaugrana. Tan solo un minuto después, pelota larga, mal despeje de Márquez hacia atrás y balón al espacio donde Liedson, esta vez sin fuera de juego, remata de violento disparo al palo izquierdo de la portería. La comodidad destrozada, las sensaciones de una remontada aflorando como un fado triste para el Barça y, de repente, otro disparate.
Porque el fado es portugués; así que le reclamó a Caneira un protagonismo cruel, pues apenas dos minutos más tarde se introdujo en propia meta un balón peleado por Pedrito, que había salido por Messi para revolucionar la banda del ex-valencianista. Poco después, penalti y expulsión del portero sobre Bojan que él mismo aprovecha para anotar el 2-5 final.
Y contemporizando se acabó el partido. Un partido que empezó sosegado al ritmo del rodillo blaugrana y se volvió loco con un imprevisto proveniente de una injusticia azarosa, pero que provocó los nervios blaugranas durante dos minutos, el tiempo en el que otra locura enmendó la anterior.