En el fondo,… los admiro.
Imaginemos el siguiente escenario: tras un primer tercio de liga calamitoso, con un juego feo-feo, con una plantilla descompensada y con un entrenador recién llegado (por despido fulminante del anterior míster), llega el turno de rendir visita al maligno. Nuestro rival “está que se sale”, está lanzado, toda Europa se rinde a su juego. Sus números (esto es algo objetivo) están en camino de poder pasar a la historia. Muchos (la mayoría) opinan que saldremos de allí con un saquito de goles.
Llega el partido. El nuevo míster plantea una táctica consistente en poner un autobús (de dos plantas) para proteger nuestra portería. A lo largo del partido, estamos encerrados en nuestro campo, con nuestros cerebros haciendo marcas “al hombre” a los suyos. Pero, pasan los minutos y seguimos empatados. Incluso, tenemos una clara ocasión que su portero desbarata. Min.80; seguimos cero-cero. Al final, perdemos 2-0.
¿Alguien se imagina cual sería nuestro estado de ánimo si, saliendo del Bernabeu, estuviéramos a 12 puntos del maligno? Yo creo que lo más suave que diríamos/oiríamos por aquí sería algo del estilo “Hay que intentar, como sea, acabar entre los cuatro primeros. No jugar la próxima Champions sería un drama”.
Pues ellos, no. Ellos, saliendo a -12, tienen los COJONES de decir “¿Pero qué celebran éstos? ¿Qué se han creído? Igual que hace dos años, ganaremos la liga”.
Y, ojo, con toda la prensa (“su” prensa) detrás, todos a una, aferrándose a clavos ardiendo, a espíritus de “pisa-cabezas”, a villaratos, o a lo que se les pase por la mente.
Y no sólo la prensa; yo, con TODOS los madridistas que he hablado, todos me sueltan, más o menos, este discurso.
Lo dicho, los admiro (eso sí, muy en el fondo).
Salut!