L'alegria de la casa
* En español al final, claro
M'acusareu d'abraçar l'endogàmia i tindreu tota la raó del món. Reconec que m'hi he refugiat sovint -sobretot quan vaig fer aquella feinada que va desembocar en un rànquing d'intervencions que va coronar el gran Posi com el més prolífic de la casa- i prometo que evitaré en el futur caure en el parany de l'autocomplaença.
Però fa temps que em volta pel cap dedicar un post a tres de les persones més significades del bloc que compten amb la meva perpètua i rendida admiració. No només per la bondat de les seves intervencions, que també, sinó, sobretot, pel seu coratge i la seva manca de complexos.
He fet la comparació en alguna altra ocasió: imaginem-nos la barra d'un bar a altes hores de la matinada. La poblen un reguitzell de paios més aviat perjudicats per l'alcohol, fanfarrons, cridaners i pagats de si mateixos. Elles tres ingressen al local amb un capteny serè però allunyat de l'altivesa, aparten els bavosos i malcarats clients, s'acosten a la barra i demanen que els serveixin un còctel sofisticat.
La primera calça unes suggerents sabates amb taló d'agulla i tota ella és un devessall de valentia i personalitat. Imperturbable en el cos a cos, el seu domini de les distàncies curtes és proverbial. Alguns no en saben copsar l'essència de bell antuvi i n'equivoquen el retrat. Potser per això es veuen empesos a un acte de desgreuge públic com aquest.
La segona, rossa com la cervesa, desborda imaginació per tots els porus. Té ànima d'artista i ho fa palès en cada mot i en cada gest. La seva frescor incontenible ha fet que alguns parroquians l'hagin elevat a l'altar de la inspiració fins al punt de considerar-la la musa del local. I a fe que s'ha guanyat a pols la distinció.
La tercera ve de més lluny i ha anat més lluny encara. Filla del mar més mar i el verd més verd, ha buscat aigua enllà un nou redós. Però com més lluny és la seva còrpora més a prop sent un dels motors de la seva existència i més aferrissadament en defensa les bases.
Són les reines de la casa i com a tals les hem de cuidar. Des del més profund respecte i la més sincera fascinació. No ens deixeu mai, brivalles.
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LA ALEGRÍA DE LA CASA
Me acusaréis de abrazar la endogamia y tendréis toda la razón del mundo. Reconozco que me he refugiado a menudo en ella -sobre todo cuando llevé a cabo aquel trabajo que desembocó en un ranking de intervenciones que coronó al gran Posi como el más prolífico de la casa- y prometo que evitaré en el futuro caer en la trampa de la autocomplacencia.
Pero hace tiempo que me ronda por la cabeza dedicar un post a tres de las personas más significadas del blog que cuentan con mi perpetua y rendida admiración. No sólo por la bondad de sus intervenciones, que también, sinó, sobre todo, por su coraje i su falta de complejos.
He llevado a cabo la comparación en alguna otra ocasión: imaginemos la barra de un bar a altas horas de la madrugada. La pueblan una ristra de tíos más bien perjudicados por el alcohol, fanfarrones, gritones y pagados de sí mismos. Ellas tres ingresan en el local con una actitud serena pero alejada de la altivez, apartan a los babosos y huraños clientes, se acercan a la barra y piden que les sirvan un cóctel sofisticado.
La primera calza unos sugerentes zapatos con tacón de aguja y toda ella es un torrente de valentía y personalidad. Imperturbable en el cuerpo a cuerpo, su dominio de las distancias cortas resulta proverbial. Algunos no saben captar su esencia de buenas a primeras y equivocan su retrato. Quizás por ello se ven impelisos a un acto de desagravio público com éste.
La segunda, rubia como la cerveza, desborda imaginación por todos los poros. Tiene alma de artista y lo hace patente en cada palabra y en cada gesto. Su frescura incontenible ha hecho que algunos parroquianos la hayan elevado al altar de la inspiración hasta el punto de considerarla la musa del local. I a fe que se ha ganado a pulso la distinción.
La tercera viene de lejos y ha ido más lejos todavía. Hija del mar más mar y el verde más verde, ha buscado más allá del agua un nuevo cobijo. Pero cuanto más lejos está su cuerpo más cerca siente uno de los motores de su existencia y más enconadamente defiende sus bases.
Son las reinas de la casa y como tales debemos cuidarlas. Desde el más profundo respeto y la más sincera fascinación. No nos dejéis nunca, brivalles.
Pero hace tiempo que me ronda por la cabeza dedicar un post a tres de las personas más significadas del blog que cuentan con mi perpetua y rendida admiración. No sólo por la bondad de sus intervenciones, que también, sinó, sobre todo, por su coraje i su falta de complejos.
He llevado a cabo la comparación en alguna otra ocasión: imaginemos la barra de un bar a altas horas de la madrugada. La pueblan una ristra de tíos más bien perjudicados por el alcohol, fanfarrones, gritones y pagados de sí mismos. Ellas tres ingresan en el local con una actitud serena pero alejada de la altivez, apartan a los babosos y huraños clientes, se acercan a la barra y piden que les sirvan un cóctel sofisticado.
La primera calza unos sugerentes zapatos con tacón de aguja y toda ella es un torrente de valentía y personalidad. Imperturbable en el cuerpo a cuerpo, su dominio de las distancias cortas resulta proverbial. Algunos no saben captar su esencia de buenas a primeras y equivocan su retrato. Quizás por ello se ven impelisos a un acto de desagravio público com éste.
La segunda, rubia como la cerveza, desborda imaginación por todos los poros. Tiene alma de artista y lo hace patente en cada palabra y en cada gesto. Su frescura incontenible ha hecho que algunos parroquianos la hayan elevado al altar de la inspiración hasta el punto de considerarla la musa del local. I a fe que se ha ganado a pulso la distinción.
La tercera viene de lejos y ha ido más lejos todavía. Hija del mar más mar y el verde más verde, ha buscado más allá del agua un nuevo cobijo. Pero cuanto más lejos está su cuerpo más cerca siente uno de los motores de su existencia y más enconadamente defiende sus bases.
Son las reinas de la casa y como tales debemos cuidarlas. Desde el más profundo respeto y la más sincera fascinación. No nos dejéis nunca, brivalles.