La guerra del fútbol
El próximo miércoles 14 de octubre, a las 20h (hora local), se disputará un partido que en 1969 fue mucho más que eso. El mundo no mirará hacia allí. No habrá manera de ver desde Europa el encuentro. Los ojos –los satélites- enfocarán a otros sitios. Seguirán el Uruguay-Argentina, el Francia-Austria, el Portugal-Malta. Allí, jugadores como Messi, Henry o Cristiano Ronaldo se estarán jugando estar o no en los cromos de Panini del próximo Mundial. Al mismo tiempo hay un El Salvador-Honduras que será vital para los segundos y, dependiendo de la jornada anterior, también para los salvadoreños. Y en el contexto, un término acuñada por Ryszard Kapuscinski: La guerra del fútbol.
Los historiadores coinciden: La guerra de las 100 horas de 1969 poco -o nada- tuvo que ver con el fútbol. Más bien, los hechos fueron fruto de una escalada en un conflicto cuyo paso a la guerra era inevitable, y la excusa, la mecha, fue un una eliminatoria clasificatoria para México 70. Incluso el propio Kapuscinski lo afirmó después al diario salvadoreño El Faro: “era una buena forma de llamar la atención del público. Yo di este título para llamar la atención sobre la palabra fútbol, porque, para mí, no es sólo un juego... tiene otros sentidos y connotaciones de patriotismo y nacionalismo”.
A grandes rasgos, la cosa fue así. 1969. El Salvador tiene una densidad de población enorme. Honduras, bajísima. Campesinos salvadoreños cruzan la frontera en busca de trabajo y de tierras. Los campesinos hondureños, por su parte, reclaman tierras de propiedad, y el gobierno les da aquellas que habían sido ocupadas por los salvadoreños (Reforma Agraria, le llaman) que, además, no pueden volver a su país. Conflicto, apuntalado por una propaganda nacionalista de uno y otro bando y acusaciones varias entre gobiernos. Y llega el partido de Tegucigalpa, la ida. Seguidores hondureños rodean el hotel en el que está el combinado de El Salvador y montan un ambiente ensordecedor para no dejarles dormir. En el minuto 89, y con 0-0 en el marcador, Honduras logra el 1-0. Al mismo tiempo, un joven salvadoreño, que mira el partido por la TV, se pega un disparo en el corazón. El funeral es todo un acontecimiento y se calienta el partido de vuelta, es una cuestión de Estado. Ahora le toca a Honduras viajar al país vecino, y tampoco puede dormir en el hotel. Les rompen los cristales, les tiran huevos podridos y ratas muertas y al día siguiente deben ir en tanques al estadio. La bandera de Honduras es quemada y sustituida por un trapo, y El Salvador gana por 3-0. Disturbios. 2 muertos. Fronteras cerradas. El 27 de junio se juega el desempate en México DC. El Salvador vence por 3-2 y se clasifica para el Mundial. Festejo nacional, aumentan los disturbios. El 14 de julio, el ejército salvadoreño inicia una guerra en busca de más territorio. Dura cerca de 100 horas. Deja más de 4000 muertos.
Ahora, otro día 14, ambas selecciones se volverán a enfrentar en El Salvador para entrar en un Mundial. Los de casa lo tienen chungo. Los hondureños, dependen de ellos mismos. 22 tíos en gallumbos, dos banderas y un balón. Un partido de fútbol que un día antecedió a una guerra. Por suerte, ahora sólo un partido de fútbol.
-
Les invito a leer a Eduardo Galeano, sobre el asunto.
[14 de julio de 1969. San Salvador y Tegucigalpa. Dos turbulentos partidos de fútbol disputan Honduras y El Salvador. Las ambulancias se llevan muertos y heridos de las tribunas, mientras los hinchas continúan en la calle las grescas del estadio. En seguida rompen relaciones los dos países. En Tegucigalpa, los parabrisas de los autos lucen calcomanías que aconsejan: Hondureño: toma un leño, mata un salvadoreño. En San Salvador, los diarios exhortan al ejército a invadir Honduras para propinar una lección a esos bárbaros. Honduras expulsa a los campesinos salvadoreños, aunque muchos de ellos ni siquiera saben que son extranjeros y jamás han visto un documento de identidad. El gobierno de Honduras llama Reforma Agraria al desalojo de los salvadoreños, obligados a emigrar con lo puesto, y al incendio de sus ranchos. El gobierno de El Salvador considera espías a todos los hondureños que viven allí. La guerra no demora en estallar. El ejército de El Salvador penetra en Honduras y avanza ametrallando las aldeas fronterizas.
San Salvador y Tegucigalpa. La llamada «guerra del fútbol» tiene por enemigos a dos pedazos de América Central, jirones de la que fue, hace un siglo y medio, patria única.
Honduras, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.
El Salvador, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.
El pueblo campesino de Honduras no tiene tierra ni trabajo.
El pueblo campesino de El Salvador no tiene tierra ni trabajo.
En Honduras hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.
En El Salvador hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.
El general que gobierna Honduras ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.
El general que gobierna El Salvador ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.
De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de Honduras.
De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de El Salvador.
El dictador de Honduras acusa al dictador de El Salvador de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.
El dictador de El Salvador acusa al dictador de Honduras de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.
La guerra dura una semana. Mientras dura la guerra, el pueblo de Honduras cree que su enemigo es el pueblo de El Salvador y el pueblo de El Salvador cree que su enemigo es el pueblo de Honduras. Ambos pueblos dejan cuatro mil muertos en los campos de batalla.]