Cómo ser buen barcelonista y no morir en el intento, by Rai
(post melonada, reconciliador, infantil, prescindible).
El ser humano es atribuidor por naturaleza. Cuando aparece un problema busca una causa y no ceja hasta dar con ella. Sólo el descubrimiento de la misma – uno o varios culpables, algo místico, lo que sea – le devolverá a su estado de equilibrio, de paz, de sosiego. La verosimilitud de la causa es algo que rara vez le preocupa.
¿Plantilla corta? Tal vez. Sí, parece que lo es. Pero ojo que si analizamos los triunfos descollantes de estos últimos 5 años comprobaremos con estupor cómo éstos se han conseguido precisamente cuanto más corta era la plantilla. Paradoja para la que no tengo respuesta.
¿Malos fichajes? Un bucel de tomo y lomo. El tiempo dará y quitará razones. Ibra mola mazo pero podemos avanzar ya que lo de los brasileños de Traffic no se sostiene por ningún lado y lo del ucranio genera cierta inquietud no exenta de impaciencia.
¿Mala suerte? Sí, también parece que hay bastante de eso. Pero cuidado también ahí, que nuestros rivales también se han visto acechados por la misma. Es algo con lo que hay que jugar y como bien dice Pep, no quiero excusas ni lloriqueos. Si faltan piezas individuales, habrá que potenciar el elemento colectivo.
Yo también busco mi equilibrio personal cuando parece que entramos en época de zozobra, y éste se basa en un planteamiento único y que lo explica todo: nuestro sistema de juego es enormemente difícil de practicar, de ahí que nadie más en el mundo intente hacerlo. Y cuando los jugadores no están al 100% (por las razones que sean), el sistema chirría y las victorias se alejan. Parece una obviedad, lo sé, pero esta reflexión tiene una consecuencia inmediata: nuestro sistema es, como el jamón, algo del todo o nada, en el sentido que o es la perfección absoluta o se convierte en algo menos eficaz y operativo que otros sistemas muchísimo más rupestres. Eso genera cierta frustración en el soci.
Pero yo personalmente prefiero este sistema: porque me da triunfos con enorme asiduidad y me hace disfrutar como ningún otro. Es así de simple.
En todo caso, qué puede hacer el aficionado ahora? No hablo del aficionado del Yoya, que no representa absolutamente nada y que acude aquí tan sólo a divertirse y a buscar sus causas. Y que así siga siendo. Viva el rajar! No, hablo sobre todo de lo que puede hacer el que va al campo. Pues ahora mismo, AYUDAR, devolver lo que han regalado, y mostrar la máxima confianza aunque ésta se base, puntualmente, más en la fe y el agradecimiento que en otras cosas. Y una vez empiece el partido, volcarse a destajo y cerrar filas.
Si al primer tropiezo regresa el tan acertadamente denominado runrún del Camp Nou, que muchas veces no refleja una relación de desequilibrio entre la fragilidad del propio equipo y la potencia colosal del rival, sino un estado de ánimo imbécil y una impotencia penosa, o si vuelven los pitidos hacia aquéllos de nuestros jugadores con cuyo fichaje no estamos de acuerdo - método drástico que el soci, con excesiva frecuencia para fatalidad suya, habría utilizado para después no sacar de él ningún provecho práctico – me atrevo a asegurar que las cosas irán a peor.
Es momento pues de recuperar la moral del vencedor, esa conciencia de unión entre el jugador y la masa de aficionados. Cantar, ladrar, silbar al árbitro y al contrario, desgañitarse en el campo para que nuestro jugador logre absorber esa energía procedente del impulso general de la grada y para que su confianza personal se alimente de la colectiva. Quiero, ahora sí, a un aficionado completamente volcado y carente de todo sentido crítico que aplauda a rabiar cuando logremos un fuera de banda irrelevante y se hinche a gritos cuando nos piten la más justa de las faltas en contra.
No sólo porque se lo debamos a este equipo, sino porque es lo que nos dará más beneficios. Ha llegado el momento del soci.
Hay que seguir trabajándose a la gallina: es tan cierto que pienso esto como que, considerándome yo mismo incapaz de hacerlo, esta temporada me he vendido los carnets a unos amigos que representarán mejor ese papel tan necesario. Tribuneros? Senzillament digues no.