Hoy, derby (by Rummi)

Mi primer recuerdo futbolístico es un derby en el Camp Nou: seria por el año 82 o así, un barullo en el área de N’kono donde se produjeron unas manos y un poquito de tangana. Recuerdo a mi abuelo, todo un señor, tribunero, con más años de zoci que el mismísimo Sala i Martin, totalmente indignado, fuera de sí, insultando a esos de blanco y azul cual hooligan en Heysel. En el transcurso de los años, he visto mucha gente como mi abuelo odiar al minimaligno mucho más que al Maligno.

Nunca lo pude entender, ya que a fin de cuentas, l’altreclubdelasiutat no era más que un comparsa, cortito, bonachon, pero algo pesado, que no nos hacia sombra ni en tan siquiera a nivel de recalificaciones y pelotazos.
En los últimos tiempos, en que el enfrentamiento de dos presidentes gallitos ha embrutecido unas relaciones institucionales más que correctas (otra herencia de nuñito dilapidada por Laporta), he aprendido, pues se han multiplicado los sainetes que constantemente protagonizan esos bufones, qué significa el Español y porqué debemos actuar con ellos como lo hizo Caín con su hermano tonto: Son un parásito, una lamprea que se alimenta del odio y la envidia.

No entraré los turbios ideales de su fundación, agravios históricos o botiflerisme. Hoy, el Español es un refugio de gente que vive la vida llorando y practicando la insidia contra ese triunfador, más alto, guapo, y ligón que él, que siempre se le acaba follando las novias, hermanas y madre, en lugar de aspirar a ser mejor, y luchar de igual a igual. En un país sin sentido del honor o el ridículo, su cifra de socios irá creciendo si el Barça sigue ganando.
Esta gente mediocre tiene sus métodos, siempre rastreros: la queja, el victimismo, el pataleo, y, en el colmo del patetismo, el recurso del eterno fracasado: intentar dar pena para llevarse un abrazo por aquí o un roce de teta por allí. Se mueven siempre en el terreno de la comparación gravosa, insinuando que podrían haber sido como nosotros si no fuera por esto o lo otro, y culpándonos de su vulgaridad.

Esto no debería preocuparnos demasiado. Podríamos arquear una ceja o, a lo sumo, torcer ligeramente la boca en una mueca de desprecio. No obstante, su potencia mediática en Catalunya va mucho más allá de lo que sería propio del interés que generan o del dinero que mueven. Damos a sus lloros, a sus traumas, a sus inseguridades, una resonancia tal que magnifica su dimensión en un grado irreal. Si fuéramos normales, despacharíamos sus tonterías con un breve, o simplemente los ningunearíamos.
Cada minuto de atención al Español cuesta más dinero del que genera. Son para nuestro PIB tan perniciosos como la falta de infraestructuras, los atascos, la corrupción o las bolas de pelo que va dejando el peluche.

Y señores, estamos en crisis. Es por eso, que, hoy que hay derby, hay que machacarlos. ¿Objetivo? Destruirlos física y anímicamente para que tomen el atajo más rápido hacia segunda. Una vez allí, su gestión kafkiana, su incapacidad para competir, su nulidad en la generación de ingresos, y su política deportiva de la Srta. Pepis los llevaran a la desaparición.
Remachemos el 2009 glorioso dando un buen martillazo al penúltimo clavo de su ataúd. Porque me cuestan dinero. Porque no soporto a los perdedores. Porque no quiero perder ni un segundo más de mi valioso tiempo oyendo o viendo sus imbecilidades en los media. Porque desprecio su modo de vida y su existencia. Porque el maligno partirá cada temporada con 6 puntos menos. Por higiene. ¿Cuál es tu porqué?